Hace muchos años se registró la aparición del yaguareté
Albino, se dieron muchas teorías todas inexactas sobre su historia, biológicas,
evolutivas y científicas. Pero esta es la verdadera historia del felino blanco
que alguna vez habito las selvas de nuestra argentina.
Una hembra dio a luz una tarde a una camada de crías, de las
que entre ellas se encontraba una muy débil, delgada, el pobre bichito se
acurrucaba como recién nacido mientras sus hermanitos ya daban sus primeros
pasitos. Horas de vida le daban a la infeliz criatura, pero la madre jamás se
rindió y el pequeño comenzó a crecer al punto de convertirse en una gran fiera
blanca.
Ahora, hay un problema con estas criaturas, a pesar de ser
animales extraños no suelen adaptarse correctamente a su entorno y son
rechazadas por sus pares. Y así fue, el yaguareté fue excluido de su manada y
comenzó su lucha por la supervivencia de manera solitaria. El pobre felino
pasaba días enteros padeciendo tristeza y dolor, buscaba desesperadamente un
grupo de pares que lo aceptaran como era, pero su ambición era constantemente
frustrada por las otras fieras que lo rechazaban y hacían perdurar su tormento.
Fue así cuando una tarde, mientras caminaba por la selva
misionera con su dolor en mente, escucho un trueno que fue seguido por un dolor
en sus patas traseras y cayó al suelo lleno de sangre. El magnífico animal
estaba luchando contra la muerte, pero no solo contra la muerte, sino contra su
misma soledad, el pobre animal estaba tan lastimado por todo. De las plantas
salió uno de los seres más temidos por los felinos, el Hombre.
Pero había algo extraño en este espécimen de hombre, no
parecía un cazador, tenía una larga melena que se extendía hasta su cara y un
manto blanco, sus manos estaban terriblemente dañadas con unos agujeros y tenía
una mirada que le transmitía al herido una gran confianza. El extraño curó al animal y cuando este se
levantó miro al extraño a los ojos y este le dijo: “Por tu confianza, pídeme lo
que quieras…” El solitario felino pensó en una cosa que su corazón anhelaba con
fervor y de los más profundo de si mismo salió la frase:”Quiero solo una cosa
señor…quiero tener una manada de pares que me entienda” El extraño sonrió,
feliz de servir a los deseos más profundos del corazón, se iluminó y el animal
volvió a caer en un sueño profundo.
Cuando la criatura despertó se encontró con un grupo de yaguareté, no eran albinos como él, pero le sonrieron y
lo acogieron como uno más en su manada. Con el tiempo el grupo se consolido y
el albino era feliz de haber encontrado un grupo que lo aceptaba como era. Sin
embargo el animal tenía su preferencia en solo tres miembros del grupo, había
algo en ellos que le recordaba al Hombre que lo salvó, y era con estos con los
que más quería permanecer. Con el tiempo el grupo se consolido como un ejemplo
de igualdad, todo era armonioso y la manada siempre era unida y todos tenían
voto en cualquier asunto interno en el grupo.
A pesar de esto una noche de tormenta la manada halló una
nueva incorporación en su grupo, y era un yaguareté de gran tamaño que
inspiraba respeto en el grupo. Dicho animal fue incorporado al grupo y gracias
a sus crueles métodos de cacería y su carisma se ganó no solo el respeto de
gran parte del grupo sino también la adulación del mismo. Pero el albino no se
sentía seguro con el nuevo miembro y temía que la unidad y la igualdad en la
que el grupo se encontraba fuera desmembrada, pero su voz fue callada por los
aduladores y con el tiempo el nuevo miembro se convirtió en el macho alfa de la
manada.
No obstante en felino blanco seguía teniendo una gran
relación con sus tres pares, solo dos de ellos apoyaban al líder de manera
incondicional, y uno lo rechazaba por lo que cada día era mas y mas excluido.
Con el tiempo la manada comenzó imitar al líder a tal punto que no solo
hablaban como el sino que el felino blanco no lograba diferenciar quien era
quien, los animales se tornaron hostiles con su par blanco y a pesar de tener
el apoyo de sus mas íntimos el grupo indirectamente comenzaba de manera gradual
a excluir a los”no devotos” y la manada empezó a dividirse.
El pálido empezó a darse cuenta de que no solo su voz en el
grupo se apagaba sino que llegaba a un punto en el que tenía que afrontar a un
fantasma de su pasado, la soledad. El animal sabía que su enfrentamiento con el
líder lo llevaría a la exclusión, y quedarse sería vivir una mentira. Pero no
solo eso, se enfrentaba a la pérdida de sus más grandes amigos.
El día había llegado, el gato cano se dirigió a sus amigos y
los miró a los ojos…en ellos albergaba la ultima sonrisa de su salvador,
entonces lo supo, sus amigos estarían con él para siempre. El marginado sabía
que volvería a abrazar a su vieja amiga, la soledad y entonces, con lágrimas en
los ojos se dio vuelta y comenzó su carrera.
El animal corrió y corrió, corría intentando escapar de su
pasado, corría tratando de llegar a ese paraíso donde sería aceptado, corría
escapando de su odio a su manada por haberlo excluido corrió hasta que sus
patas no dieran abasto.
Y fue así como el único ejemplar se perdió, algunos dicen
que se perdió en los confines del delta, y que algunas noches se queda
contemplando la luna con melancolía, otros dicen que está buscando… no solo a
alguien que lo acepte. Sino a alguien que fue su amigo antes que los demás, El
Hombre que lo salvó de la muerte…
Tobías Belgrano
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